30 junio, 2022
Nuestro equipo de Oikos USA está colaborando constantemente con Iglesia alrededor del mundo. En este proceso de ofrecer coaching y consultoría a pastores, iglesias y denominaciones me he encontrado sorprendido de la actitud de negación luego del proceso mundial de manejar el COVID-19. El mayor reto que hemos enfrentado es el de la actitud de un liderazgo que se niega a aceptar las nuevas realidades y aún está en espera de que las cosas “regresen a la normalidad”. Esta actitud de negación es sumamente preocupante porque está entreteniendo al Cuerpo de Cristo en cumplir aquello que se le ha encomendado.
He tenido la dolorosa experiencia de al discutir reportes con organizaciones eclesiásticas, e inclusive algunas empresas, y las respuestas han sido desde coraje hasta despachar nuestros hallazgos, lo que hace virtualmente imposible manejar soluciones a corto y mediano plazo. En este proceso, hemos encontrado por lo menos diez razones de porque el liderazgo y congregaciones están en total desconexión de la nueva realidad mundial y cómo su acercamiento y espera está afectándoles dramáticamente en su desarrollo y desempeño. Estas razones son:
No están dispuestos a aceptar los cambios culturales intensos que han ocurrido en ellos últimos dos años. Ya había cambios necesarios por hacer antes del reto del COVID-19. Las organizaciones que no realizaron esos cambios han sufrido y seguirán sufriendo en un nuevo orden que requiere una mejor utilización del tiempo y de la tecnología para alcanzar las metas que deben alcanzar. Estos cambios traen como consecuencias más transformaciones de conducta, actitudes, prioridades y desempeño. Cuando un liderazgo solo ofrece instrucciones, pero no se toma el tiempo para preguntar y escuchar, jamás podrá tener las herramientas necesarias para manejar lo que el cambio trae consigo.
Ven a otras iglesias en una peor condición que en la que ellos están. Ninguna organización, especialmente la Iglesia puede sentirse victoriosa o saludable por el simple hecho de que otras no lo están. Cuando nuestra esperanza está elevada a causa de la destrucción o la desaparición de otros tenemos una mentalidad competitiva y de franquicia en vez de una de Reino. ¿Qué ocurriría si cada iglesia en cada ciudad se preocupara por el bienestar espiritual de la ciudad incluyendo la condición de las demás iglesias? Ciertamente esta pandemia ha destrozado organizaciones eclesiásticas débiles, pero esto no puede ser causa de celebración excepto en el infierno. La mentalidad de que “estamos bien porque otros la están pasando peor” fue duramente criticada por Jesús en Lucas 18:9-14.
Están satisfechos con que sus amigos estén con ellos en la iglesia. Liderazgo pequeño desarrollan visiones pequeñas. Cuando la idea de la iglesia está en manos de gente pequeña, sus deseos, satisfacciones y bienestar es lo único que cuenta. “» Si solo aman a quienes los aman a ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores aman a quienes los aman a ellos!” (Lucas 6:32 NTV).
Han experimentado un “falso crecimiento” por los cierres o situaciones en otras iglesias. Transferencia no es crecimiento. Tal vez sea gente nueva para usted, pero no para el Cuerpo de Cristo. La Gran Comisión no es alcanzada cambiando metodistas a la iglesia bautista o pentecostales a la iglesia presbiteriana. La evangelización de inconversos y discipulado de nuevos creyentes es la labor consecuente de la iglesia. Falso crecimiento no es una señal de éxito sino una evidencia del fraccionamiento, dolor, quebranto, falta de liderazgo e ineficacia de las organizaciones que deben estar al cuidado de otros. Recuerde esto, cuando una persona sale de una organización, no importa la razón que dé, la gente no abandona organizaciones, la gente abandona gente.
Tienen una exposición mediocre en las redes sociales. El tener algo jamás garantiza que somos buenos en eso. Cambios cosméticos nunca realizan el verdadero trabajo en una organización. Si usted tenía Grupos Pequeños en su iglesia, nada ocurrirá si usted les llama ahora Grupos de Vida. Si la esencia, el entrenamiento, la metodología, el proceso, el sistema, los objetivos y la medición no cambian, usted solo cambió el nombre. Es por lo que en tantas organizaciones a pesar de cambiar los nombres las personas llamas las cosas como siempre. Cambios superficiales no son cambios, son trucos. Los trucos no hacen el trabajo, el trabajo hace el trabajo. Tener un canal de YouTube, una página en Facebook o una cuenta en Instagram no hará el trabajo, el andamiaje para entender, responder y llegar a las vidas que se conecten por ese medio, lo hará.
Han abrazado el liberalismo creyendo que tiene algo que ver con los cambios postpandémicos. La agenda homosexual, feminista, abortista y liberal no tienen nada que ver con los cambios producidos a la Iglesia por el COVID-19. El involucramiento de organizaciones eclesiásticas en la aceptación o adaptación de estas propuestas a la fe y los valores de la iglesia está totalmente desconectado de lo que cultural y relacionalmente requiere la iglesia organizacionalmente para responder a los cambios. En otras palabras, si usted tiene un fuego en su casa, usted llama a los bomberos, no al plomero. El liberalismo siempre ha existido y abrazarlo no es la solución a la desconexión de la era post-covid. Este virus no es conservador ni liberal, pero nos ha afectado a todos y tenemos que manejarlo efectivamente.
Tienen dinero guardado. Organizaciones se han podido mantener, no porque son sostenidas por sus congregantes o por que han ocurrido milagros sobrenaturales de provisión divina, sino porque están viviendo de sus ahorros y ventas de propiedades. Solo hay un reto financiero con este acercamiento, deudas concurrentes nunca se pagan con ingresos no concurrentes. En otras palabras, usted no paga su recibo de la electricidad con el dinero que le regalan por su cumpleaños. Ese dinero llega una vez al año, el recibo de la electricidad es mensual. En algún momento todo terminará y solo estamos proveyendo respiración artificial a algo que ha fallecido ya hace algún tiempo. El dinero guardado nos da la ilusión de poder seguir operando sin la necesidad de cambiar, pero eso no es sostenible ni lo debe ser.
Trabajan con un marco de referencia basado en el pasado. Todos recuerdan cuan bueno era hace 40 años y ahora todos los esfuerzos van dirigidos a regresar a la iglesia de hace 40 años en vez de manejar la de hoy. Cuando usted piensa que lo mejor de la iglesia ocurrió hace 40 años usted no es parte de una iglesia, usted tiene membresía en un museo. “Yo hago algo nuevo, Ahora acontece; ¿No lo perciben? Aun en los desiertos haré camino y ríos en los lugares desolados” (Isaías 43:19 NBA). Honramos el pasado mirando hacia el futuro y manejando los retos de presente.
Su liderazgo ha encontrado apoyo en tratar de mantener lo anterior y de rechazar los cambios. Lo único permanente en la vida es el cambio. Cuando nuestro liderazgo se encuentra defendiendo lo que no funciona a nombre de la nostalgia cuando en realidad es declinismo tenemos problemas serios. No todo tiene que ser cambiado. Pero existen dos acercamientos al cambio, usted cambia ahora y disfruta de los beneficios o cambia cuando no le cueste otro remedio y se queja de por qué no cambió antes. Usted siempre recibirá apoyo como líder cuando desea mantener las cosas como están, aun cuando no cumplan un propósito o tengan efectividad. Si quiere ganar el respaldo de los que no producen, no cambie nada; el costo es perder a aquellos que poseen verdadero liderazgo. Recientemente estuve manejando el caso de una iglesia grande que no quiso ser una gran iglesia. Hoy, luego de tres divisiones en dos años hay tres congregaciones que pudieron ser hijas, pero no lo son. Los que se quedaron están felices porque “aunque son pocos nada ha cambiado”.
Están esperando que todo vuelva a como era antes del COVID-19. Nada volverá a ser como era antes del COVID-19. La forma de viajar ha cambiado, las empresas han cambiado, el servicio al cliente ha cambiado, las formas de pago han cambiado, el cuidado de la salud ha cambiado, la relación empresario y empleado ha cambiado, la forma en que vacacionamos ha cambiado, la economía, la política, las relaciones familiares, los empleos, las empresas, la banca pues todo ha cambiado. ¿Qué la hace pensar que la iglesia no? Esperar a que todo regrese a como era antes no es el peor problema, es la incapacidad que desarrolla para ver la realidad y manejarla tal y como es. No como quisiéramos que sea.
Nuestra experiencia manejando organizaciones eclesiásticas nos han llevado a definir estas diez y algunas otras. Algo es seguro, la iglesia no es la misma y jamás será como antes. Esta no es la iglesia primitiva, ni la iglesia romana, ni la medieval, tampoco la reformada ni la de la conquista de América. No es la iglesia europea ni norteamericana, tampoco la versión latinoamericana o africana. Es una iglesia distinta. “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos” (Efesios 4:5-6). Pero la Iglesia es distinta, su liderazgo debe ser diferente y su acercamiento requiere considerar esos cambios. Todos los grandes cambios están precedidos por caos y crisis. Hemos pasado un gran caos, hemos sobrevivido una gran crisis… abracemos el cambio por el bien de la Iglesia y el Evangelio.
Déjame saber aquí en los comentarios si tienes alguna otra razón para la negación al cambio eclesial que estamos observando. Tus comentarios son importantes para mí. Puedes comunicarte conmigo a carlos@oikosusa.org, espero tus comentarios.
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