4 octubre, 2019
“Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y obra justicia, que habla verdad en su corazón”. Salmo 15:1-2
El pasado mes de septiembre tuve la oportunidad de viajar a Honduras para compartir con pastores, líderes y empresarios. En la primera mañana de mi estancia, tuve la oportunidad de desayunar con parte del equipo pastoral de la Iglesia Vida Abundante de Tegucigalpa. Allí conocí a Evelio. Su pelo canoso por los años en el ministerio, sonrisa peculiar y cortesía al hablar hacía que, con cada frase, tratara de elevar a los que estaban a su alrededor. Junto a él, su incansable compañera de muchas décadas y un mar de historias llenas de valor, fe y liderazgo. Sobre todo, la convicción de que un país puede ser cambiado desde un púlpito, y que una nueva generación de líderes tiene la absoluta capacidad de cambiar los rumbos de la patria. Evelio pareciera ser uno de esos pocos hombres a quien Dios levanta de madrugada y le dice: “Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.” (Deuteronomio 31:6)
Si trato de decirles que estuve casi hipnotizado al escucharle hablar, se quedaría corta la descripción. Él es un hombre de estado secuestrado por el reino de Dios. Un hombre que, sin olvidar lo presente, desea dar a lo presente un toque de lo eterno.
Durante los siguientes dos días tuve la oportunidad de compartir el púlpito de su iglesia. Como era de esperarse, la palabra dada por el Espíritu Santo al pueblo a través de Evelio ha sido uno de los mejores manjares que he disfrutado en mi vida. En aquel instante, mientras lo observaba, crecí cómo no lo hacía en mucho tiempo. Es por eso que quiero compartirte veinte ideas, de las más de cincuenta, que aprendí con Evelio.
Estas son:
No hay nacimiento sin embarazo, como no hay cristiano sin conversión.
Todos nuestros movimientos externos y acciones son reflejo de movimientos internos de la mente.
Dar es como amamantar; mientras más se da, más produce.
No se debe vivir más allá de la capacidad, pero se debe dar más allá de la capacidad.
Dar dinero debe ser hecho no solo para hacer el bien, sino para que nos vaya bien en todo.
La riqueza más grande está en las ideas.
La Biblia es el texto de la gente libre.
Todo pensamiento sostenido tarde o temprano se materializa.
Los recursos racionales están por encima de los recursos naturales.
El asistencialismo produce parasitismo.
Si quieres saber tu futuro escucha lo que dices hoy.
La gloria de Dios es la forma en la que el hombre de Dios vive.
Cuando asumimos responsabilidad por otros, maduramos.
El trabajo es la mejor lotería.
Cuidemos de nuestras palabras y ellas cuidarán de nosotros.
Dios siempre libera recursos a las personas cualificadas para manejarlos.
El trabajo permite que lo que está dentro de mí sea revelado al mundo exterior.
Trabajar sólo por el dinero, debilita y esclaviza.
Lo que se dice refleja las creencias. Las creencias determinan los hábitos y los hábitos forjan el carácter.
Yo puedo ser fiel a mis ideales, planes y objetivos bajo el señorío de Cristo.
Luego de escucharlo hablar, les confieso que no sabía si echarme a llorar o postrarme en agradecimiento al Señor. No todos los días uno tiene la oportunidad de conocer gente de reino. Personas que han sido moldeadas por el horno ardiente del compromiso con Cristo, y con manos marcadas y gastadas por trabajar por una nación que puede cambiar su condición si solo le cree a Dios. Ver a Evelio en su plataforma de influencia y su autoridad para cambiar e influenciar a Honduras y otras naciones me bendice y me honra.
Durante ese desayuno, Evelio me habló de los sacrificios por una mejor patria y por su amor a las plantas y la naturaleza. Me relató cómo, en cada proyecto de desarrollo a través de la nación, toma el cuidado de embellecerlo para embellecer la gente que lo utilizará. Evelio es uno de los hombres más intencionales que he conocido en mi vida. Estoy seguro de que se debe a que es una vasija frágil donde el amor de Dios se deposita constantemente. “Como el Padre me amó, también yo los he amado” (Juan 15:9).
Gracias Dr. Evelio Reyes, por dejarme ver a un Cristo que salva y restaura al individuo, a la familia, a la comunidad, a la patria y al continente.
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