1 septiembre, 2020

Un verdadero líder tiene un entendimiento claro de su influencia. Ciertamente esa influencia es lo que lo hace líder. El poder hacer que otros escuchen, decidan y actúen de acuerdo con nuestra manera de hablar y vivir es lo que hace al liderazgo un área que requiere desarrollo y crecimiento constante. Si lo mejor que ha pasado en tu liderazgo está en el pasado, no estás creciendo y sin crecimiento no hay influencia. Es la visión del y hacia el futuro lo que nos apasiona hoy para liderar. Si la influencia es utilizada para beneficio personal, entonces no es liderazgo sino manipulación. Pero, si la influencia es utilizada para añadir valor a los demás y desarrollar a otros para cumplir el propósito de sus vidas entonces andamos por buen camino.
Muchos de nosotros hemos visto la maravilla de la utilización de la tecnología y cómo ha transformado nuestras vidas. Uno de los aparatos más fascinantes para mi es el GPS en sus siglas en inglés (Global Positioning System) o SPG por sus siglas en español (Sistema de Posicionamiento Global). Para muchos, lo asombroso de este aparato es su capacidad para guiarnos a donde deseamos llegar. Pero lo que hace a este aparto tan asombroso no es si nos hace llegar al lugar que deseamos ir, sino el poder localizarnos. De nada nos sirve saber a dónde queremos llegar si no tenemos la más mínima idea de donde nos encontramos. Los satélites que fortalecen este sistema en el espacio no están ahí para guiarnos, sino para localizarnos. Es solo cuando sabemos dónde estamos que sabremos la ruta de cómo llegar.
Conocer tu nivel de influencia es extremadamente importante porque de eso depende en gran manera la relevancia o lo obsoleto de tu liderazgo. Muchas personas no comprenden este concepto y por esto pasan los años y las décadas liderando de la misma manera y preguntándose por qué no obtienen los mismos o mejores resultados. Tener buenas relaciones con otros no es liderazgo. Ser el más productivo de la organización no es liderazgo. Influencia es liderazgo. Si tu influencia aumenta, las posibilidades de ser exitoso en la organización aumentan. Liderazgo no es popularidad o productividad, aunque ambas cosas podrías ser consecuencias de eso, sino la capacidad de tener el oído de otros y que tus acciones y palabras tengan peso en la mente y corazón de otros.
Tomar un momento y reflexionar sobre esto nos ayudará a poder determinar dónde estamos y trazar una ruta de crecimiento para llegar a donde debemos ir. Hay tres preguntas que deseo compartirte que, al meditar y reflexionar en ellas, podrás tener una idea más clara de tu nivel de influencia. Estas son:
1. ¿En qué áreas las personas se acercan a ti comúnmente para solicitar tu consejo o asistencia?
Conocer esas áreas te ayudará a comprender cómo los demás te ven, en qué áreas piensan que residen tus fortalezas y cómo te proyectas en situaciones sensibles o críticas. Esas áreas donde las personas solicitan mayormente tu consejo también te alertarán de oportunidades para crecer y desarrollarte para el presente y futuro de tu liderazgo.
2. ¿Quiénes son las personas que más a menudo se acercan para consejo y asistencia?
Comprender quienes son este tipo de personas te ayudará a visualizar si estas liderando y multiplicando o si estás creando dependencia y parasitismo en otros. El tipo de persona también te dirá si eres visto como un recurso de crecimiento o como un solucionador de problemas. Ambas cosas resultarán en una clarificación de cómo te relacionas con otros y cómo ellos se han acostumbrado a relacionarse contigo.
3. ¿Qué ocurre cuando las personas que solicitan tu ayuda o consejo practican lo que les has dicho?
Conocer los resultados es sumamente importante, no por ego o vanagloria, sino para ver cuán verdaderamente preparados estamos para liderar a otros. El modelaje motiva el acercamiento original, pero los resultados es lo que lo sostiene. Si tu deseo como líder es añadir valor a los demás, tu crecimiento personal es medido a través de esta pregunta. Liderar no consiste en tener todas las respuestas aun cuando sean equivocadas. Es tener la mansedumbre de entender cuándo y con quien debemos invertir e influenciar.
La prueba más alta de liderazgo es poseer la habilidad de crear un cambio positivo en la vida de los demás. Como líderes sabemos que es imposible mejorar las cosas sin cambiarlas. Pero algo que en ocasiones olvidamos es que antes de que los demás comprendan la visión tienen que comprender al líder que representa esa visión. La razón por qué tantas personas fallan en el liderazgo es porque desarrollar a otros es un trabajo duro. Es mucho más fácil pensar en uno mismo. Pero si ciertamente hemos sido llamados a la gran aventura de liderar, es a otros, por otros y para otros que lo hacemos. Solo cuando sabemos dónde estamos, podremos ver claramente hacia donde debemos ir y hasta donde podemos llegar.
“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:13-16)
Opmerkingen