16 febrero, 2021
La actitud es una decisión personal. Cuando todo parece estar estático en nuestra vida, lo único que siempre podemos cambiar es nuestra actitud. Lo que somos hoy es la consecuencia de las actitudes que hemos demostrado en el pasado y lo que seremos mañana será el resultado de las actitudes que expresamos hoy. Tengo que confesarle que no siempre he exhibido la mejor actitud, cuando no lo he hecho, mucho más que descubrir lo que me desagrada de otros, he descubierto las áreas en las que tengo grandes inseguridades. Las inseguridades son la fuente más importante para tener una mala actitud.
En su libro “Alone at the top” (Solo en la cima) uno de mis mentores, el Dr. Dwight Smith describe: “Los líderes inseguros siempre destruirán la organización y sus equipos, no únicamente por las demandas exageradas o por las expectativas inalcanzables, sino por que la inseguridad nunca les dejará ver con claridad hacia donde deben ir”. Ese es precisamente el reto más significativo con las actitudes, las correctas te llevarán al destino adecuado y las incorrectas, en la mayoría de los casos, te llevarán al lugar del cual precisamente deseas escapar.
La pregunta es, ¿podemos cambiar nuestras actitudes? ¿Podemos hacer algo para modificarlas y llevarlas a nuestro dominio en vez de ser dominadas por ellas? La respuesta no es tan fácil como un si o un no. Son las decisiones las que realmente determinan esas respuestas. La maduración del líder lo lleva a un lugar donde sus placeres infantiles satisfechos con una actitud negativa ya no servirán de mucho para alcanzar sus objetivos. Cuando el líder madura y comprende que sus decisiones determinan su destino, esas decisiones comienzan a trazar una ruta hacia el lugar donde debe llegar y llevar a otros. Pero ¿cuáles son esas decisiones?
En primer lugar, la decisión de evaluar su actitud actual. ¿Cuáles son los sentimientos difíciles que experimenta? ¿Cuáles son los comportamientos que se exhiben? ¿Cuáles son los pensamientos que atormentan? ¿Cuál es la verdad? Estas son algunas de las preguntas cuyas respuestas le ayudarán a determinar las realidades de su actitud. El primer paso es poder conocer dónde están sus actitudes para poder tomar decisiones para modificarlas.
En segundo lugar, la decisión de comprender que la fe es más fuerte que el temor. Las inseguridades y el temor son los padres de las actitudes indeseables. El filósofo William James estableció: “El más grande descubrimiento de mi generación es que las personas pueden alterar sus vidas si alteran sus actitudes”. La fe es mucho más fuerte y poderosa que cualquier temor o inseguridad que usted pueda experimentar.
En tercer lugar, la decisión de escribir una declaración de propósito. En este punto es importante establecer qué es lo que específicamente desea alcanzar, lo exprese a amigos y familiares y actúe diariamente hacia ese propósito. La pregunta clave es ¿qué estoy haciendo hoy para alcanzar ese propósito? Nada añadirá más propósito a su vida y le permitirá cambiar su actitud que añadirles valor a otros. Cuando vivimos para otros todo toma sentido en nuestra vida.
En cuarto lugar, la decisión de cambiar. Usted va a cambiar, temprano o tarde, pero lo hará. Usted puede cambiar hoy y disfrutar de los beneficios del cambio. También puede hacerlo mañana cuando no le cueste otro remedio y lamentarse el resto de su vida por no haberlo hecho antes. Lo único permanente en la vida es el cambio, abrácelo, acéptelo, hágalo parte de su vida y crezca.
En quinto lugar, la decisión de vivir un día a la vez. Tengo una casi hermana, su nombre es Migdalia. No siempre las cosas salen bien en su vida, a pesar de eso su actitud es espectacular. Cada vez que mi esposa y yo conversamos sobre algún reto o situación difícil, su respuesta es: “Un día a la vez”. Con esa actitud ha sobrepasado varios obstáculos que parecían ser imposibles, ha podido levantarse y ser de ejemplo para los que están a su alrededor. ¿Y usted? No crecer es un lujo que solo las personas inmaduras se pueden dar.
En sexto lugar, la decisión de modificar sus patrones de pensamiento. El Dr. John Maxwell explica: “lo que capta nuestra atención determina nuestras acciones”. Nuestros patrones de pensamiento determinan nuestro estado presente. Si no le gusta lo que experimenta necesita modificar sus pensamientos. El apóstol Pablo entendiendo esta gran verdad e inspirado por el Espíritu Santo escribió: “No se amolden a la conducta de este mundo; al contrario, sean personas diferentes en cuanto a su conducta y forma de pensar. Así aprenderán lo que Dios quiere, lo que es bueno, agradable y perfecto” (Romanos 12:2).
En séptimo lugar, la decisión de desarrollar buenos hábitos. Las actitudes son hábitos de pensamiento y por cierto, son aprendidos. Los perros viejos pueden aprender nuevos trucos. Los hábitos no son instintivos, son copiados. Nosotros tenemos la capacidad de aceptar y rechazar hábitos en nuestras vidas. Varias preguntas son importantes: ¿Qué causa ese hábito? ¿Qué nuevo hábito puede sustituir ese hábito no deseado? ¿Qué puedo hacer diariamente para modificar ese hábito? ¿A quién le puedo rendir cuentas para que evalúe mi progreso con este cambio de hábito?
En octavo y último lugar, la decisión de continuamente tener una actitud correcta. Buscar tener una actitud correcta continuamente requiere entre algunas cosas desarrollar un espíritu enseñable. Saber, no cuan mal podamos estar sino, cuan bien podemos estar si hacemos las modificaciones necesarias. Cuando somos líderes la vida de otros dependen de nuestras acciones y actitudes. No solamente dañamos a otros con las actitudes incorrectas, reproducimos lo incorrecto en la vida de otros cuando no verificamos la causa y el efecto de nuestras actitudes.
Usted y solo usted es el que puede hacer algo significativo para manejar sus actitudes. De no hacer un cambio podría llegar el momento que, si usted como líder no escucha, estará rodeado de gente que no tendrá nada que decirle. Pero si toma el paso de crecer, madurar y aprender sus actitudes motivarán a otros a seguirle y juntos alcanzarán grandes cosas. Recuerde, es tu actitud no tu aptitud es la que determinará tu altitud.
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