12 abril, 2018
Grandes líderes son personas ordinarias que han tomado decisiones extraordinarias. En ese proceso de tomar decisiones extraordinarias no solo crecieron, sino que hicieron crecer a otros. Si tú no sabes para dónde vas, no te preocupes que ya llegaste.
Ser líder requiere, no el tener respuestas para todas las preguntas, sino el saber que mis decisiones van a crear preguntas. El poder responder claramente requiere un ejercicio previo de analizar y establecer un rumbo y una ruta hacia ese destino. Es mi experiencia que la resistencia que muchos líderes enfrentan se debe, no a lo intrépido de nuestras ideas, por el contrario, lo intrépido reside en querer que la gente nos apoye sin explicación alguna. Nada derriba más las murallas de la resistencia que la claridad y la transparencia. Falta de comprender lo que se quiere lograr y no rebeldía es lo que en muchas ocasiones retrasa los procesos. Es por eso por lo que el líder siempre debe estar listo para contestar estas preguntas:
¿Hacia dónde vamos? ¿Cuál es el destino?
¿Cómo llegamos allí? ¿Cuál es la estrategia para llegar al destino?
¿Por qué queremos ir ahí? ¿Cuál es el propósito?
El líder debe saber, debe dejar saber que sabe y debe asegurarles a otros que sabe. Todo esto sin desatender la mayor pregunta que todo seguidor se hace al escuchar un nuevo plan, un cambio o cualquier proceso distinto al acostumbrado, “¿Cómo esto me va a afectar?” He visto muy buenos líderes rlcon ideas maravillosas y creativas no alcanzar sus objetivos sencillamente porque siempre contestaban esas preguntas desde su perspectiva, su visión y sus objetivos, pero nunca desde el punto de vista del corazón de los seguidores.
La gente siempre está dispuesta a respaldar a un líder con visión siempre y cuando entienda las respuestas a estas peguntas. Cuando un líder llega a la conclusión que ninguno de nosotros es tan inteligente como todos nosotros, está más cerca de la meta de lo que piensa.
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